El verano ha caído sobre mí casi sin darme cuenta. Hay una lista de cosas por hacer, bastante larga, pero la he arrancado del tablón, y le he dado la vuelta. Puedo posponerlo todo.
No estoy ni blanca ni morena, tengo un tizne intermedio que no combina demasiado con mi estrenado pelo rojo. Tampoco importa mucho.
He vuelto a casa, a mi cuarto, donde los cuadros nunca guardan la horizontalidad. Es una de esas cosas características que me hacen sonreír. El resto de mi desorden tiende a molestarme a partir de las 3 semanas de estancia. Por eso vuelo y cambio de nido a menudo. Me encantan los techos altos, y las paredes blancas. Ver mis libros en las estanterías vencidas por el peso.
Benito, el gato ha conocido a Harrison, el perro, y forman un imperfecto triángulo amoroso con Agarica, la coneja. Es sumamente curioso sentarse a observarlos, ver cómo se relacionan entre ellos, siendo enemigos naturales comparten mi casa y nuestro cariño. Y todo queda en un perfecto equilibrio, que continúa sin guardar la horizontalidad, pero ¿quién la necesita?
El calor aminora el paso del tiempo. Es como si se nos pegara a nuestras sudorosas pieles y se negara a marcharse. Luego, al abrir los ojos te encuentras de repente en septiembre y comienza un nuevo curso (el penúltimo). Aprendí de mis bichos a buscar los lugares frescos, y éste, frente a mi ventana, es uno de ellos. Aquí sentada he abierto una de las joyas de mi biblioteca, y por sorpresa, Money ha regresado desde ultratumba en forma de fotografía.
Money hace años que murió. Era el gato que mi padre regaló a mi madre cuando se casaron. 10 meses después llegué yo. Recuerdo sus grandes ojos azules vigilándome desde arriba, tumbada yo en la cuna. Quizás sea una invención mía, o un sueño, o realmente Money se sentaba a montar guardia. Nunca lo sabré.
Su mirada penetrante ha vuelto a vivir al abrir las tapas de Obras Completas de Pablo Neruda.
Money de los zafiros rajados.
Acabo con una joya de la música que en pocos años cumplirá un siglo. En 1925 se escribe para el musical "No, no, Nanette" este dueto para los protagonistas en el segundo acto. En él, una pareja imagina cómo sería su vida juntos, y yo caí enferma de amor al escuchar la versión de Pink Martini, cantada por China Forbes acompañada del cantante de jazz Jimmy Scott, quien curiosamente nació el mismo año en que se escribió Tea for Two. Deseo que la disfrutéis tanto como yo. Besos y abrazos.
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