viernes, 17 de enero de 2014

Ain't no mountain high enough

¡Ya es VIERNES! Diréis, ¡Oh, qué maravilla! y yo, universitaria, diré:

Socorrooooooooo!

Ha sido una semana infernal, y la doy por concluida. Empecé el lunes con la Revisión de mi suspenso en Reumatología (he suspendido con un 7, ¿vale?, con 21/30). Increíble pero cierto. Es lo que tiene que los criterios de evaluación sean poner el aprobado haciendo la mediana (se asegura así el 50% de personas que eliminan materia, por si no recordáis las matemáticas) y poniendo como nota límite la media.
Pues si eres un mediocre como yo, y no te da para notas extraordinarias, pasas el mes de corrección acojonado, deseando que la gente que se presentó, no hubiera estudiado demasiado, pero Chica, tú y yo sabemos que eso no era posible. Se queda una mediana de 24 y una media de 22. Sobre un total de 30.

Tú, infeliz de la vida, te asomas con pavor a las listas de aprobados, te buscas, te buscas... piensas: "Desde el principio de nuevo, seguro que me he saltado". Sigues buscándote, buscándote... Y encuentras el fracaso. No estás en las listas chavalita. 

Es aquí donde echas manos del amplio vocabulario español, y despotricas, insultas y blasfemas. Cuando acabas con el Castellano, empiezas en Inglés. En inglés americano. Y no te queda más consuelo que arrastrarte hasta la Revisión.

Odio las revisiones. Sólo he ido cuando realmente me pregunto por qué he suspendido. Quiero ver mi examen. Quiero ver la plantilla. Quiero que el profesor se haya equivocado, porque no contemplo error alguno por mi parte. Esas ocasiones son contadas. Muy pocas, la verdad. Pero en este caso, os aseguro que había estudiado hasta la saciedad y sorteando los obstáculos del camino. Que no eran pocos.
Es un momento crítico, en el que te encuentras con el resto de compañeros igual de frustrados que tú. Y al otro lado de la puerta, tu suspenso.
Vamos pasando, un alumno tarda más, otro no está ni dos minutos. Ruegas en tu fuero interno que no estén cabreando al profesor para recoger tú su enfado en tu turno. Esta vez no ha sido así. 
Mi profesor es un hombre carismático, crea un ambiente de confianza únicamente con su lenguaje corporal. Es el líder de la manada. Yo lo miro embobada. Veo sus años de experiencia en la forma de dirigirse a mí. Deja bien claro que él está al mando y que "esto no son las rebajas". Pero eso no lo dice en ningún momento. Es mi mente la que habla. Quiero salir de aquí.
Llevo toda la semana enfadada porque "él me ha suspendido" y ahora lo miro y se me ha olvidado ese pequeño detalle. Ciertamente, sólo puedo admirar la maestría con la que se desenvuelve y todo el conocimiento que posee. Tengo que convertirme en alguien como él. 
La plantilla está bien. Mi puntuación es de 21. Una pregunta. Una pregunta sólo y hubiera eliminado materia. Somos conscientes de lo injusto que es. Me hace preguntas de la especialidad. Las contesto correctamente (esto me asombra a mi misma, porque no he tocado un libro de Reumatología desde hace un mes). Pero en las últimas empiezo a fallar. No es posible que apruebe. 
-Lo siento- me dice.
-Estaré preparada para la próxima vez, muchas gracias Doctor- me despido sonriendo y mantengo el contacto visual. Esto refuerza el contenido de mi frase. Le da veracidad al discurso. Yo lo sé. Él lo sabe. No he mentido. Y él me cree.
-Suerte.

Me ha dado una segunda oportunidad, la he desaprovechado, por poco. Me la he jugado a una pregunta, y he fallado. Me llevo una entrevista agradable, y la necesidad imperiosa de mejorar. Profesionales como él provocan esa sensación en nosotros, los estudiantes. Deseamos ser dignos de mantener una conversación médica con ellos. Hacerles una pregunta inteligente. Igual que con el resto de profesores que he conocido. Siempre he pensado que para enseñar hay que estar hecho de un material especial. Su trabajo es admirable. Va más allá de transmitirnos lo que saben. Motivan a su alumno. Nos dan las herramientas para labrarnos un camino, para abrir una ventana a una nueva área desconocida para nosotros. De su materia, y de la vida. 
Así que toda la negatividad con la que he pasado la semana ha desaparecido por fin. 
Queda nada para empezar de nuevo con los exámenes, no estoy totalmente preparada, pero lo estaré, en febrero o en junio, ojalá y no sea en septiembre :)

Ain't no mountain high enough



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