miércoles, 19 de marzo de 2014

Mi padre me enseñó a leer los mapas

Mi padre es muchas cosas para mucha gente diferente. Y para otra gran mayoría, mi padre no es nadie, porque es un hombre discreto, y no se hace notar. Él no tiene necesidad alguna de llamar la atención, y su rictus solemne y a veces inexpresivo marca una barrera con el resto de los mortales. Pero yo veo a través de él.
De carácter complicado. Tiene un mundo a parte y vive en él tranquilamente. Es parco en palabras y en afecto hacia los demás. 
Tal como lo pinto, este hombre pareciera huraño e inaccesible. En cierto modo, así es. 
Pero no hay afirmación más certera que la siguiente, y lo escribo con la mano recta y la cabeza bien alta:
Mi padre es el mejor hombre del mundo. Lo repito:

Mi padre es el mejor hombre del mundo.


Y cito los motivos a continuación:

Mi padre canta canciones de Duncan Dhu y Gabinete Caligari cuando cree que no lo oímos. Mi favorita es y será siempre "Esos ojos negros".
Mi padre canta esas canciones con una voz grave, ronca, pausada, sin prisa. Arrastra las palabras y las abandona a un ciclo melódico e hipnótico para mí. Mi padre usaba su voz áspera para cantarme la nana que el granjero entonaba para Babe, el Cerdito Valiente, y yo al crecer y ver la película, la reconocí al instante:


"If I had words to make a day for you, I sing you a morning golden and new.


I would make this day for all time


Give you a night deep in moonshine"


-Y de esta forma dormiré yo a sus nietos-

Mi padre es tremendamente guapo. Probablemente sea el hombre más bello del mundo. Tiene facciones rectas, cejas pobladas y oscuras, una gran nariz que soporta su elevada miopía, la mirada inteligente y negra también. Los labios definidos, enmarcados en una barba densa que suele llevar afeitada, excepto cuando no trabaja. El cuello es largo y la nuez prominente. Tiene un olor característico que me encanta. Y si me siento a su lado nos clavamos los huesos mutuamente. Pero nos aguantamos. Es atlético sin proponérselo siquiera. Y me ha dado buenos genes, que junto con los de mi madre, hacen de mis hermanos y yo una estirpe atractiva. No somos nosotros, es nuestra herencia.


Mi padre es un hombre curioso, y siempre ha dominado muchas materias del saber. Mi casa está plagada de libros, periódicos y revistas. Sabe de historia, de química, física, arte, matemáticas, literatura, geografía, política, filosofía. Es para mi un ejemplo a seguir. Un reto continuo porque pretendo estar a la altura y ser una buena pareja de debate en nuestras conversaciones.

Mi padre me ha enseñado cosas diversas, como a hacer una buena foto con nuestra réflex, o a psicoanalizar a alguien mediante la grafología. Me enseñó a hacer la cama tal y como aprendió en la mili, y a hacer tortillas de patatas fritas de bolsa en el microondas.

Mi padre sabe dibujar. Hacía cómics cuando era joven y tiene el don de la perspectiva, además de un humor inteligente y negro. Le gusta el bricolaje. Tiene la maqueta de un barco de guerra español inacabada, El San Juan Nepomuceno. Y ahí está, esperando a que lo obligue a acabarlo. Mi padre en ocasiones no acaba lo que empieza. Eso también me lo ha legado.

Mi padre es un hombre magnífico en su trabajo. Lo maneja a la perfección. Se preocupa por las personas a las que debe atender y se esfuerza por superarse cada día. Además transmite confianza y respeto a la vez. Es un espejo en el que quiero mirarme el día en que me enfrente a mis pacientes, y todo lo que he aprendido de él me beneficiará en un futuro.

Mi padre conoce a las personas. Y en la mayoría de los casos, la opinión que se forma de ellas es acertada. Tiene experiencia y es alguien razonable e instruido.

Mi padre es el hombre más honrado que conozco. No hay comparación posible con cualquier otro. 

Mi padre siempre nos apoya. En mis momentos más bajos y de incertidumbre, mi padre estuvo ahí, y su saber hacer, la forma de acercarse a mí y de hacerme saber que podía contar con él, que me entendía, que respetaba mis decisiones y las compartía jamás podré olvidarla. 

Mi padre me enseñó a leer los mapas.


Me dio libertad para elegir mi propio camino y así labrar mi personalidad. Mejor, peor, pero mía.
Mi padre me enseñó a orientarme. Con el coche, en las autovías, a saber el kilómetro en el que me encontraba, a reconocer las salidas, los carreteras secundarias. Todo para llegar al punto que yo decidiera. Me enseñó a rellenar los partes de accidentes y a cambiar las luces del Citröen Xsara Picasso. Así que mi padre me ha dado la brújula y el mapa, y me ha dicho: "Vamos, adelante. Confío en que llegarás sana y salva".

Así que éste es él, resumidamente. El hombre que me querrá durante toda mi existencia y que me ha dado lo mejor que tenía. Gracias.

martes, 18 de marzo de 2014

Pues ponte de frente

Mi verborrea en ocasiones me supera. Puedo parecer una florecilla cándida e inocente, hasta que abro la boca y suelto alguna bomba que no ha pasado por el filtro del decoro y la educación tan primorosa que mis padres me inculcaron.

Mi Marte y yo paseamos con Harrison cerca de la Calahorra, en Córdoba, y se acercan cuatro turistas varones que seguro, habían descubierto lo que significa "Rebujito". Nos piden una foto típica, con su Puente Romano, su Mezquita, su Torre, y ellos en primer plano.
Me dispongo a disparar la cámara, y uno de ellos, el mayor de todos (de una edad indeterminada entre los 50 y los 120, no es exagerar, es que no puedo precisar), me dice en tono de broma:
-¡No me saques barriga!
A lo que yo contesto, sin filtro ninguno:
-Pues ponte de frente...

Silencio incómodo.

...

Sí, parece ser que lo he llamado gordo. O al menos "barrigón".

Perdón señor desconocido, desde mi anonimato me disculpo, pero me ha pillado usted en un día complicado... Y me lo ha puesto "a huevo".

Hoy puedo permitirme ser políticamente incorrecta. O al menos eso creo.

Besos y abrazos!!!

domingo, 16 de marzo de 2014

Sushi para principiantes

Hola occidentales. Sí, sí, Occidentales.
He descubierto la comida japonesa. He asomado la cabeza al "País del Sol Naciente", así, sin pensarlo siquiera. Pongámonos en situación.

Marte y yo somos una pareja que prescinde de los planes. Cuando quedamos, generalmente sólo sabemos eso, que vamos a vernos, pero tendemos a improvisar las citas. Debido a que yo volvía a la Villa (la casa familiar, donde están mis padres y hermanos en el pueblo), Marte y yo salimos el viernes a comer dispuestos a pasar lo que quedaba de mañana y la tarde juntos. Tras salir con Harrison por los alrededores del río y absorber los primeros rayos de la primavera (por fin hay sol que calienta), nos dispusimos a buscar restaurante. Un par de opciones, y canciones de Rock FM después, Marte hizo un "superaparcamiento" en la puerta del restaurante japonés, originalmente llamado:Tokio.

Estaba lleno de gente usando palillos para comer, con gran soltura, por cierto, mientras desarrollaban sus conversaciones. Primer problema:
No sé comer con palillos.
La señorita nos da mesa, en el centro de la sala, estamos rodeados de gente que sí sabe comer con palillos. Segundo problema:
Me van a ver hacer el ridiculo desde todos los ángulos, y desde la calle también, menudo escaparate tiene el sitio.
Nos traen la carta, una para cada uno, está en español, sí, pero sigo sin entender nada. No conozco los nombres de los platos y cosas como Maki, Nigiris, Miso o Sashimi me suenan a chino, o a japonés mejor dicho (chiste fácil, ,guiño, guiño). Tercer problema:
No sé qué pedir.

Marte parece estar en su salsa. Él de por sí es un hombre desenvuelto, pero me pone la excusa de que "Ha visto muchas películas orientales". Cuarto problema:
Parezco una cateta integral.
Como no tenemos ni idea de qué vamos a comer, optamos por lo fácil y pedimos dos menús del día, adjunto aquí la comanda:

Para ÉL
 Ensalada de algas mixtas
6 nigiri sushi de atún, salmón ,dorada y pez mantequilla
 Tallarines fritos
 Helado de chocolate
Para ELLA
            Sopa de miso
            12 maki sushi de atún, pez mantequilla, salmón, y aguacate con surimi
            Tallarines fritos
           Helado de fresa



Este relato continuará en cuanto estire el tiempo y pueda escribirlo. Es mi primer "relato por fascículos", tengan paciencia!

CONTINUARÁ...




sábado, 8 de marzo de 2014

Eres como el cielo

Eres como el cielo.
A veces más azul, a veces más negro.
Eres como el cielo mismamente.
Por momentos de día, y también de noche.

Eres como la cúpula celeste arañada por los deseos cumplidos.  Capaz de regar la tierra en la tormenta, de bañar a los hongos que habitan en el suelo y dar ese olor a lluvia que tanto adoro (esto es ciencia).

Eres algo excitante y sabes a lo exótico. Lo haremos todo juntos, sin listas ni programaciones, porque de todo tendemos ganas. Todas las ganas el uno del otro. 

Y por más fotos que me hagas, siempre estás en el reflejo de mis gafas. ¿Te habías dado cuenta? (Buscarte en ellas es lo más divertido).

Te quiero.