jueves, 21 de marzo de 2013

Aspirinas


Tener cuarenta años el día que suban de nuevo una aspirina tan grande al cielo. Hoy estaban los mares revueltos y caprichosos, jugando a pillar en la Caleta. Preguntarse si los lobos aullarán aún más alto.

Algún enamorado está bajando la luna a los pies de su princesa, asomada en la ventana con este espejo alumbrada. Y que le cante la tuna y las rancheras esta noche, que la oiga bailando los cascabeles de Mecano, cantándole a la luna llena.


Escóndete tras ella, hoy que es imperiosa, no te encontraré ni hoy ni nunca, preso del eclipse y de las sondas espaciales.

Que me dejas trastornada, con sed de letras incapaces de salir, mientras que frustrada, compro zapatos, en un intento absurdo de mantenerme ocupada, ahora que no puedo evadirme conduciendo. Ya llegó la primavera, ya llegó. Otra más y una menos, hasta que cumpla 40 y vuelvas a acercarte. No sé cómo seré ni desde donde te veré, pero alli te esperará mi yo del futuro y te contará qué pasó, cómo y si logra adivinar, por qué.

Fin que pongo lamentando mientras tú y yo nos miramos cara a cara. Ojos, nariz y boca. Sonrisa blanca en la sombra de las nanas que cantan las madres a sus hijos alunados.

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