Soy universitaria.
No sabría decir si sólo soy eso, o hay algo más, pero para
ser honestos, no tengo idea de cómo definirme. Y me planteo seriamente si tengo
la necesidad.
Supongo que son las crisis
existenciales que nos persiguen continuamente, pero como no tengo intención de
cortarme el pelo de forma radical (porque ya lo hice) he decidido plasmar
cualquier cosa que se me ocurra en un blog.
Por lo que a día de hoy soy universitaria y blogger,
supongo.
Hace unos días, reordenando apuntes y libros encontré un
cuaderno muy valioso: mi primer y único diario. Es algo común que la gente los escriba, aunque yo
siempre he encontrado extraño plasmar por escrito algo que de entrada, uno ya
sabe, sus propios pensamientos y vivencias. No recuerdo exactamente el día en
que lo empecé, pero el resultado es que tengo recogido el año de mis 16 en
un cuaderno de cuadritos con la tapa roja. Nunca lo había leído hasta que lo
encontré escondido entre los apuntes de primero de carrera.
Es muy curiosa la relatividad del tiempo. Los seis años que
han pasado desde entonces parecen ser minúsculos y al mismo tiempo, una
eternidad. Hubo un cambio en todos y cada uno de los aspectos de mi vida, fue el primer punto de inflexión y a
parte del cuaderno, el otro testigo de toda esta función es mi cazadora de cuero
azul.
Es una chaqueta como otra cualquiera, con cremallera y cuatro bolsillos. Sin embargo, dada esa obsesión por buscarle a cada cosa un por qué, es especial.
Esa prenda está gastada, despintada, y seguramente, algo
pasada de moda, pero resultaría incómoda para cualquier otra persona que se la
pusiera. Tiene mi forma. Me envuelve. Se ha hecho conmigo mientras he crecido. Y aquí
estamos las dos esperando a que pase el invierno, para plantarle cara al
siguiente.
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